Destinatarios


Desde que nacemos afrontamos gran diversidad de situaciones. Es importante atender las necesidades de todas las etapas de la vida. Y crear las herramientas adecuadas para cada una de ellas.


Durante la INFANCIA somos tan puros e inocentes que absorbemos todo lo que sucede a nuestro alrededor. Nos contagiamos de la forma en que los adultos que nos rodean resuelven las cosas, ya sean maneras sanas o conflictivas. Aprendemos de ellos y de los amigos y compañeros, que a su vez, aprenden de sus adultos. Por eso, detectar, tomar consciencia y atender las dificultades de los niños lo antes posible es fundamental para darles alternativas saludables y crezcan así con alegría y madurez.


Los ADOLESCENTES se encuentran en un momento clave de sus vidas. Pasan de la dependencia emocional de la infancia a la búsqueda y desarrollo independientes de su identidad. En este camino pueden sentirse desorientados, confundidos e incluso inmersos en el vértigo que causa abandonar lo conocido y seguro para adentrarse en lo deseado pero desconocido. Saltan al vacío conscientes de ello. En este proceso necesitan ser escuchados, validados y orientados y tener la oportunidad de dialogar y contrastar sus ideas e intenciones de modo realista, claro y directo. Y por supuesto, sentir que se les da la oportunidad de ser tratados tanto con el cariño que se da al niño como con el respeto del potencial adulto en que buscan convertirse.


En el seno de la PAREJA podemos encontrar diferentes conflictos. Tanto de índole comunicativa, como de organización de la convivencia como de la relación sexual. En la mayor parte de las situaciones una ayuda orientada a la recuperación de la intimidad, de la pasión del uno por el otro y del compromiso mutuo, permite realizar los ajustes necesarios para disfrutar de una relación satisfactoria.


Durante los primeros momentos de la MATERNIDAD frecuentemente salen a flote angustias, ansiedades y miedos. Muy probablemente relacionados con lo que la nueva madre tiene para ofrecer a su bebé. Es primordial reorganizarse material y sentimentalmente para poder vivir esta etapa según las nuevas demandas desde el equilibrio emocional, no sólo para la tranquilidad individual de la madre y de su bebé, así como para el bienestar y felicidad de ambos.


Y por último, también como ADULTOS, necesitamos que nos ayuden en un momento dado de nuestras vidas. A ver con mayor claridad determinadas experiencias, a tomar consciencia y diferenciar lo que nos pertenece y lo que es influencia del entorno, a pensar positivamente, a superar momentos críticos, a curar viejas heridas del pasado o a entender lo que nos está pasando.

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